La mente humana y Dios

La mente humana, no importa lo bien entrenada que esté, es incapaz de abordar el universo. Somos como un niño pequeño que entra en una biblioteca enorme cuyas paredes están forradas hasta el techo de libros en muchas lenguas diversas. El niño sabe que alquien ha debido de escribir esos libros, pero no sabe ni quién ni cómo. No entiende los idiomas en que están escritos. El niño percibe un plan definitivo en la disposición de los libros, un orden misterioso, que no comprende, sino que muy vagamente sospecha. Me parece a mí que ésta es la actitud de la mente humana, incluso la más grande y más culta, hacia Dios. Vemos un universo magníficamente dispuesto, que obedece ciertas leyes, pero comprendemos esas leyes muy vagamente. Nuestra mente limitada no es capaz de abarcar la fuerza misteriosa que mueve las constelaciones.

Albert Einstein